Recuerdo cuando en 2021 me saqué un titulín en el noble pero inútil oficio de la metoscopia, el arte que lee las líneas de la frente. Es en la frente donde se distinguen siete zonas planetarias, y son éstas las que rigen el futuro de los observados. Pero me faltaba algo…, pensé con el flamante titulín bajo el brazo. Necesitaba poner en práctica los conocimientos recién adquiridos, agrupar muestras, cotejar frentes. Así que una vez superados los rigores del Covid, cuando las reuniones por Zoom eran ya escasas y el cancaneo volvía lenta pero inexorablemente a los parques, una oficina en Hohenems (Austria) fue mi laboratorio de pruebas metoscópicas.
el otro día conocí a un voluminoso conjunto de arrugas humores y atributos cutáneos no muy definidos repartidos y plegados con infusa ciencia a lo largo y ancho de una jeta indescifrable fisonomía ambigua y gomosa proveniente de tierras bajas cuna de matemáticos y líderes que sobre diques de madera elevados sobre sobre el agua tejieron el comercio de Europa ¿sabéis de dónde os hablo? descendía la cara y su prole de un largo linaje de piratas y pensadores astrónomos exentos de la piel caliente y las pasiones de un Dios mediterráneo y misterioso el mismo Dios al que rezaban fenicios y númidas —o eso contaba ella— mientras con sus manos lanzaba burocráticas plegarias al hierofante de la UE ¡manden sus presupuestos! ¡maquillen los excels! la mirada es pretérita y asoma de reojo me mira yo la miro afilada la carita a ratos avinagrada a ratos hirsuta no sé si sonríes o me regañas y yo me quedé pasmado: pensaba en Johan de Witt linchado como un pollo en la plaza del pueblo en Spinoza hostigado por los suyos ¡y ella entre vuelta y vuelta expiando crímenes pasados! sería injusto explicar su ímprobo esfuerzo anatómico como unión desesperada vínculo in extremis de última hora como cuando las últimas luces amarillean en la discoteca y parejas imposibles se forman abrazadas en jirones de ebriedad y ternura en aquel pedazo de carne rostro incognoscible debió conjurarse todo el espectro emocional como si todos los rasgos hubieran decidido apiñarse a lo largo de su rostro hacinados dibujaban una mueca aviesa indescifrable aún no sé si anticipaban un orgasmo o el rigor mortis